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martes, 5 de noviembre de 2019

Historia 0

Despertaba temprano, incluso antes de que saliera el sol. Era feliz, lo juro, lo era.

En ese entonces, solo era yo y mi familia. No tenía gran preocupación.
Siempre fui chapada a la antigua y muy pegada a las reglas. Era de las que hacía caso a su familia, y no digo que no lo sea ahora, pero antes siempre pensé que era mi pan de cada día. Salí temprano de casa con dirección a la escuela.
Me llevaba muy bien con todos, y eso trataba siempre. Sé que hay diversas personas en el mundo y que todos tenemos personalidades diferentes, también. Solo hay que saber sobrellevar la relación con personas "ajenas" a tu forma de pensar. En fin, corrían mis 15 años. Mis amigos andaban de enamorados, era la etapa del primer amor, segundo amor... Todos empezaban una relación o ya la sobrellevaban en ese entonces.
Para ese momento, no veía necesaria una relación, no tenía ni pizca de curiosidad en ello. Solía dar consejos a mis compañeros, incluso sin haber tenido experiencias al respecto,¡qué lanzada!
Era como la única psicóloga en un mar de necesitados de consejos. Por mi gran experiencia, escuchando conversaciones de adultos, daba consejos con gran precisión y tino que hasta a mí me sorprendía.
Aunque nunca intenté ser adulta en ese entonces, lo parecía. Cuando el problema era demasiado grande, trataba de redireccionarlo. Tal vez, consiguiendo ayuda de otra forma... Recuerdo que justo en ese entonces mi amigo se enamoró. Fue increíble escuchar a un chico enamorado. Era diferente... Calmado, tímido, sumiso... Juro que me impresionó. 
A mi corta edad no había conocido muchos chicos, no de la forma en que lo vi a él.

Me contaba la forma en la que la veía. Siempre que hablaba de ella se sonrojaba. Era lindo. Me acostumbré a hablar con él todos los días, y siempre el tema era el mismo: ella. 
Ella, era conocida mía y él solo me pedía consejos. Debido a que ella no parecía ni un poco interesada en él.

Yo, como gran gurú del amor, trataba de darle algunas "ideas" de cómo llegar a su corazón... Creo que solo trataba de encontrar formas en que alguien pudiera conquistarme a mí...

No trataba de ser una gran maestra del amor, solo malinterpreté lo que creía que hacía.

Donde manda capitán no manda marinero... En este caso sería: "donde manda el corazón no mandan tus ideas..." Por muy segura que estés.

'Creo que me gusta' - pensé.


Fin (Historia O).

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